Felicidad política.


00000Es indudable que, como individuos, todos buscamos de una u otra forma la felicidad: hay quien cree que reside en la riqueza, y entonces acumula bienes; hay quien piensa que en el poder, y cifra su dicha en la dominación de los demás; hay otros que consideran que lo que da felicidad es el amor, y dedican su vida a la solidaridad…. pero lo cierto es que no hay una única fórmula y, en definitiva, allá cada cual con su vida.

Pero cuando el individuo se dedica a la administración de los intereses generales (eso que llamamos política), entonces “su” problema es “nuestro problema”: el de la riqueza se moverá en términos de rentabilidad y productividad, el del poder tenderá al caudillaje tiránico (esto me resuena muy cerca), y el del amor se volcará en los servicios sociales… aunque, ¿me estoy refiriendo a la felicidad política o a la felicidad de los políticos?.

La polis, la ciudad-estado de los griegos, también tiene su propio grado de felicidad: “la felicidad, que es una aspiración de todo ser humano, también puede ser considerada como una medida del progreso social”.

Hay quien se dedica a medir estas cosas, y hace el ranking de felicidad de los países, para lo que utiliza hasta 72 índices. En una lista encabezada por Dinamarca, Noruega, Suiza, Holanda y Suecia, y cerrada por Rwanda, Burundi, la República Centroafricana, Benin y Togo, nuestro país, España (por ahora), ocupa la posición 38.

Sería curioso poder medir la felicidad de los pueblos, y deseable que los gobernantes tomaran como aspiración de sus políticas la felicidad del territorio y la población, aunque como ya se hacía en la antigua polis los tiranos suelen ejercer políticas populistas, organizando fiestas para disfrazar de alegría (a veces regada por abundante alcohol) la insatisfacción de un pueblo; en el lado opuesto está Bután, que en lugar de medir el Producto Interior Bruto del Estado, mide la Felicidad Interior Bruta de sus ciudadanos, siendo todo un hermoso ejemplo de desarrollo positivo.

Las diferencias sociales, la discriminación, la discrecionalidad, la falta de transparencia, la corrupción, el amiguismo, el ejercicio despótico del poder, la falta de empatía y de solidaridad… son los índices negativos que generan insatisfacción en la población, aunque puedan ser muy gratificantes para quienes ejercen el poder.

Como dato curioso, Rousseau, el autor del Contrato Social, decía con cierta ironía que Guernica era “el pueblo más feliz del mundo” pues «sus asuntos los gobierna una junta de campesinos que se reúnen bajo un roble y siempre toman las decisiones justas”, algo alejado de otros lugares gobernados por comendadores y priores.

Quizás haya llegado el momento que deberíamos ir pensando en el cambio de políticos felices por políticas de felicidad.

2 Responses to Felicidad política.

  1. xarxes says:

    «Freixneda, primera vila assembleària». Caldria incloure esta proposta al programa del PP per a l’any que ve.
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    Ah, no calla, que això ja s’estila a Marinaleda 🙂

    • Mañana voy a ver el roble de Guernica, una experiencia que siempre me emociona; el grupo municipal de La Fresneda hemos hecho la propuesta más participativa que conozco, pero fue rechazada por los otros grupos.
      De Marionaleda se pueden sacar muchas cosas por aprender, algunas para hacer y otras para no hacerlas; sólo mentes cerradas pueden negar una experiencia en función de la persona que proceda…. no es nuestro caso, abiertos a todo y a todos 🙂

Gracias por dejar tu punto de vista