3 minutos
15 junio, 2013 40 comentarios
Ese es el tiempo que el alcalde de La Fresneda está dispuesto a emplear para la aprobación del presupuesto de ingresos y gastos de La Fresneda: tres minutos.
Los presupuestos se han presentado tarde (tenían que haber sido aprobados antes del 31 de diciembre de 2012) y de forma precipitada (sólo una hora antes se trataron en comisión), pero José Ramón Gimeno no ha querido emplear más que tres minutos de su tiempo para escuchar las aportaciones del grupo popular.
Empiezo a estar acostumbrado a recibir un trato diferencial: únicamente se me ha limitado a mí el tiempo de intervención; la obligación de la oposición es ejercer el control del gobierno y esa es la base del sistema democrático (si todos gobernaran, se acercaría a un sistema dictatorial de partido único); por ello, nuestra obligación es analizar la información que tenemos y después plantear nuestras dudas, nuestros reparos y nuestras aportaciones. La obligación del resto es escuchar, y después si no quieren hacer lo que nosotros digamos están en su derecho; si nos hemos molestado en leer los presupuestos, compararlos, analizarlos, pedir la información y documentación básica, nos hemos ganado el derecho, al menos, de ser escuchados.
Después de 16 años de oposición limitándose a decir dos palabras ante cualquier situación («me abstengo»), para el actual equipo de gobierno tres minutos pueden parecer suficientes, incluso es probable que a ellos, en la misma situación, les sobraran dos minutos y cincuenta y ocho segundos.
Así que nuestra opinión se ha visto reducida a comprimir la idea que se trata de la peor presentación de unos presupuestos, la peor puesta en escena y, además, unos presupuestos irreales, insolidarios, no sociales, con reducciones salariales al personal laboral e incremento al funcionaral y sin justificación de gastos desmesurados e inapropiados para estos tiempos, como «atenciones protocolarias», por ejemplo.
Ante la imposibilidad de diálogo, no nos cabe otra opción que rechazar la aprobación de los presupuestos.
Tres minutos es el título de una película en que un locutor tiene que hablar muy deprisa en el telediario, por lo que toma una sustancia para acelerar su sistema nervioso: eso es lo que ocurre cuando lo que importa es el tiempo y no la información.
Nuestra respuesta completa podéis leerla aquí y los presupuestos aquí.
Como dice un proverbio: «el que quiere escuchar, escucha; el que no, juzga».
«Ya de joven me había fijado en que ningún periódico cuenta nunca con fidelidad cómo suceden las cosas, pero en España vi por primera vez noticias de prensa que no tenían ninguna relación con los hechos, ni siquiera la relación que se presupone en una mentira corriente. (…) En realidad vi que la historia se estaba escribiendo no desde el punto de vista de lo que había ocurrido, sino desde el punto de vista de lo que tenía que haber ocurrido según las distintas «líneas de partido». (…) Estas cosas me parecen aterradoras, porque me hacen creer que incluso la idea de verdad objetiva está desapareciendo del mundo. A fin de cuentas, es muy probable que estas mentiras, o en cualquier caso otras equivalentes, pasen a la historia. (…) Sin embargo, es evidente que se escribirá una historia, la que sea, y cuando hayan muerto los que recuerden la guerra, se aceptará universalmente. Así que, a todos los efectos prácticos, la mentira se habrá convertido en verdad. (…) El objetivo tácito de esa argumentación es un mundo de pesadilla en el que el jefe, o la camarilla gobernante, controla no sólo el futuro sino también el pasado. Si el jefe dice de tal o cual acontecimiento que no ha sucedido, pues no ha sucedido; si dice que dos y dos son cinco, dos y dos serán cinco. Esta perspectiva me asusta mucho más que las bombas, y después de las experiencias de los últimos años no es una conjetura hecha a tontas y a locas.» (George Orwell).
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